Archivo random mental curatorial
¿Qué pasa con los documentos, las imágenes y los textos que acaban configurando nuestros proyectos? Cualquier idea, del tipo que sea, se conecta con multitud de otras cosas porque todo, absolutamente TODO viene influenciado de algo anterior. Ecos que se repiten, se multiplican y se alimentan de referencias en un hackeo continuo y productivo de los elementos.
Porque hackear es “algo más que un cambio cultural”: es un desafío social, una lucha y un deseo por apropiarse de un vector de información para compartirla como un regalo.
.[1]
Como si fuera una especie de parásito temporal, la
“nueva” propuesta se nutre de sus anteriores relaciones y las palabras se transforman en un
organismo vivo que crece, que se alimenta del sustrato anterior para, cada
cierto tiempo, hacer resurgir otras cosas.
Este proyecto encapsula el lugar en el que se cuecen las ideas, una especie de archivorandom donde mostrar lo que hay detrás de toda investigación [experimental,
curatorial o mediadora] como si fuera una extraña zona de contacto. Un espacio liminal
que no atiende a una lógica racional >< relacional, sino que más bien
funciona como un collage mental para que cada cual extraiga, si lo quiere, otro
tipo de conexiones. Jeepers creepers crece como una enredadera mental,
con sorpresas y vueltas al principio y por qué no, con lugares estacionales de
aparente sin sentido que son y serán un corta-pega continuo.
Periódicamente
se mostrará de qué se ha ido alimentando cada propuesta, aunque seguramente siempre
quedarán huecos por llenar.
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[1] En su texto Un manifiesto hacker, McKenzie Wark nos acerca al
polémico terreno de la propiedad intelectual y nos hace recorrer el mundo en
base a nuevos conceptos y sensaciones. Traficantes de sueños,
2004, pp 43-44.
Tengo hambre…