UN PENSAMIENTO NOS SALVARÁ




El tiempo ha permitido acomodarnos y diluirnos en aquello a lo que llamamos lo normal. La normalización es una maquinaria interesante que produce y reproduce relaciones de poder apenas perceptibles y por tanto, difíciles de observar cuando las reproducimos sin capacidad de resistencia. De ahí que lo normal no sea idéntico a la norma pero pueda adoptar su función[1].

Es la posibilidad de sentirnos sujetos modernos libres la que nos empuja a reproducir ciertas condiciones de gubernamentalidad, las cuales, bajo la promesa de una mejor versión de nosotros mismos, continúan alimentando dinámicas obsoletas y viejos sistemas que significan y gestionan un orden interiorizado sin nostalgia alguna bajo esa coexistencia de fuerzas. De esta manera, se nos hace creer en esa dulce utopía en la que vivimos en un
territorio y en un tiempo donde todo está por hacer, en la que es difícil escapar de la transición permanente y donde el contexto es el que manda, puesto que la jerarquía es asumida como una especie de presencia simbólica que aprieta pero no ahoga. Pero, ¿qué ocurriría si nos cuestionáramos esas estructuras perceptivas construidas? ¿sería posible reivindicar el «hecho social total» frente a la separación de instancias?
 
Esto implicaría no diferenciar los diferentes espacios conceptuales, vitales, naturales y culturales[2] y asumir como verdadera la intersección de esferas y el entrelazamiento de los sujetos entendidos ahora como auténticos descriptores de la vida. Lo esencial, pues, radicaría en cómo el individuo moderno aprende en primer lugar, la manera de poseer un cuerpo dependiente de ciertas condiciones existenciales, y, en consecuencia desarrollar una relación creativa y productiva «consigo mismo» y el ecosistema que le rodea[3]. Es en este momento, en esa relación creativa, cuando el concepto to dwell adquiere una re-significación a través de los trabajos de Xavier Monsalvatje. Unas obras en las que mediante la construcción de pequeñas ficciones que parten de una realidad específica, consigue construir una verdad cuestionada que es capaz de ser en sí misma una respuesta ecocrítica incompleta. Una invitación abierta al espectador que entra a formar parte activa de la reflexión conjunta sobre la sostenibilidad o no de los sistemas.

To dwell supone habitar o vivir en algún lugar, pero también implica observar, considerar y pensar sobre algo, lo que nos empuja a meditar sobre nosotros mismos. Resulta tan fascinante como inquietante detenerse y advertir nuestra
propia presencia en un ejercicio de intersubjetividad para sentir que somos partícipes del contexto. De esto se vale Monsalvatje para realizar extracciones de realidades físicas y emocionales inacabadas, basadas en una experiencia, casi siempre propia, personal y única que, al ser movilizadas a través de su práctica artística, propician lecturas enfrentadas ante esa vida mecanicista que nos interpela, nos exige y reclama una actitud auto reflexiva para darle la vuelta a esta amnesia social que nos rodea.

Sus trabajos nos plantean una revisión de nuestras formas de conexión con el entorno y el paisaje, entendiendo estos conceptos como espacios con definiciones en transición donde ciudades, contextos sociales e industriale o entornos tecnológicos son portadores en esencia de una cadena de recuerdos personales y culturales. Territorios que necesitan de la existencia implícita de un sujeto observador capaz de dar sentido y conectar historias
interrelacionadas, esas que nos hablan de relaciones de poder, geografía y economías transfiguradas o incluso de una ecología vista como aquel ansiado hogar, una idea que pervive tan sólo en el recuerdo. Con todo ello esboza un panorama que nos habla en imágenes de un cosmos repleto de zonas de exclusión, dando forma a lo que antes no existía mediante la conjunción del fragmento para enseñarnos que la realidad no es más que una cartografía de recortes del individuo y que es necesario tomar distancia para cuestionarnos la autenticidad de los sistemas de la modernidad.

No obstante, y asumiendo la entropía que percibimos en el cambio social y cultural como rasgo identificativo de la sociedad del presente, nos hace ver que somos parte de esas imágenes que generamos, esas que nos traslada por medio de su vocabulario plástico de ritmo trepidante y del que se sirve para dimensionar historias en un elemento en ocasiones tan desconocido como es la cerámica contemporánea.

Puede que no sea casual, puede que todo sea parte de la estrategia y quizá de esta forma nos haga pensar, a través de esta escenografía de naturaleza dicotómica, en cómo es posible mezclar el oficio artesanal y tradicional con nuestra «superficialidad» del presente, sin alterar las formas, sin confundir las funciones del objeto, dejándonos libertad para reivindicar los tiempos y
verdades de este preciso momento repleto de contradicciones, con el objetivo de preguntarnos por nosotros mismos si seremos capaces de transformar un pensamiento asumido como propio durante demasiado tiempo.

La cuestión entonces sería si un arte interactivo y procesual podría acercarse a una nueva articulación de lo social, si esta concepción de lo artístico nos devolvería la idea de futuro bajo la edificación de un arte de libre acceso que desafiase, se implicase, se preocupara y tuviera en cuenta la opinión del público para el que es realizado. Un sujeto espectador que se siente interpelado por la obra y que como en este caso, puede que todavía no sea consciente de lo que desea para sí y de sus expectativas pero que, tras enfrentarse a la advertencia, tome conciencia de sus propias exigencias.

Monsalvatje nos da la posibilidad de elegir, nos invita a tomar partido desde otros posicionamientos dialécticos para demostrarnos que al alejarnos de las estructuras preestablecidas recibimos un estímulo para experimentar el mundo desde otra perspectiva, donde la realidad contemporánea es una construcción a la deriva de un sistema y ecosistema asentados en un territorio donde creemos que lo aparente es una verdad.  



[1] Lorey, I. (2006). Gubernamentalidad y precarización de sí. Sobre la normalización de los productores y productoras culturales. Instituto europeo para políticas culturales progresivas.

[2] Mauss, M. (2009). Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas. Katz: Madrid.

[3] Foucault, M. (2005). Historia de la sexualidad, 1: La voluntad de saber. Siglo XXI.




DIANA GUIJARRO       PROJECTS        CV        ︎         ︎